jueves, 11 de octubre de 2007

Ensayo

Teatro y Educacion

Muchas veces se habla de la necesidad de un desarrollo integral en la educacion, fomentar la expresion y relacion de las personas.

La formacion de la persona no pasa solamente por el aprendizaje de sistemas numericos, tecnologicos y verbales, sino tambien por el desarrollo de sistemas de expresion corporal, musical, sistemas que son fundamentales para el buen desarrollo de la persona.

Las salas de clases suelen ser homogeneas, generalemente los estudiantes pasan horas sentados, en salas "planas" escribiendo, leyendo, escuchando al profesor, mirando siempre hacia adelante, Similar a un recinto carcelario. Debemos plantear nuevas formas de educar, el espacio que los jovenes tienen de desarrollo seria el patio, un gimnasio, pero esto abarca el desarrollo en aspectos fisicos, es necesario integrar otras partes del ser, el crecimiento emocional, intelectual y espiritual.

La actividad teatral abre posibilidades de autoconocimiento, de desarrollo personal, de comunicacion, de expresion, de liberar la tension que provoca este sentimiento de "opresion", de estar de cierta manera "encarcelados" en el colegio y en los estudios.

En fin, la actividad teatral ayudaria a un trato mas armonico entre las personas, una liberacion emocional, dejar de llegar al colegio y limitarnos mentalmente a solo meter en la cabeza la materia, quizas es lo que mas hace falta en la educacion hoy en dia, no solo ver el aspecto de productividad economica, sino, el aspecto de calidad humana.

Dejar de decirle a los alumnos que el unico interes del colegio es su rendimiento en la PSU, hay que mostrar la preocupacion que existe hoy en la calidad de personas que se estan formando y en la capacidad que tienen de mostrar sus sentimientos y no reprimirlos.

Es necesario que se fomente la expresion y no solo la productividad laboral en una sociedad en la cual lo mas importante es ganar dinero.

jueves, 13 de septiembre de 2007

Los géneros dramáticos

La tragedia: protagonizada por personajes de alta categoría social que se ven arrastrados por la fatalidad a graves conflictos entre sí, a través de un lenguaje esmerado y cuidado. La tragedia griega se caracteriza por el horror, la desgracia y la muerte. El protagonista suele ser el héroe, que actúa con el decoro suficiente de acuerdo a las normas establecidas. Suele representar un ideal de comportamiento humano. Contra este héroe se encuentra el antagonista, que puede ser un solo hombre o un conjunto de circunstancias contrarias a la voluntad del protagonista. El conflicto suele desembocar en la catástrofe, en la fatalidad. Las obras están regidas por las tres unidades (acción, lugar y tiempo). Los espectadores, ante la contemplación de una tragedia, se solidarizan y sufren con el protagonista, con lo que llegan a la catarsis (liberación).


El drama satírico o tragicomedia: suele tratar un tema legendario, aunque con efectos cómicos protagonizados, fundamentalmente, por el coro. Los dioses no intervienen en la vida de los hombres y puede haber más de una acción al mismo tiempo. Se encuentra a medio camino entre la tragedia y la comedia: no se evitan las situaciones cómicas, pero tampoco el desenlace trágico.


La comedia: se basa en la ridiculización y denuncia desenfadada de costumbres y problemas cotidianos. Los protagonistas suelen ser personas normales que sufren en escena, aunque siempre desde un punto de vista cómico. Se busca la risa, por lo que el desenlace es feliz, desenfadado y alegre, sin olvidar la ironía.

Personalmente creo que el drama satírico es el más completo de los géneros, tener la capacidad de complementar la comedia con el drama es una genialidad. Pienso que las comedia no lleva una reflexión muy profunda, algo que te deje pensando despues de ver la obra, es pasar un buen rato. Las tragedias permiten hacer reflexiones que la comedia no, pero se corre el riesgo de que no divierta, es por esto que creo que el drama satírico de cierto modo se lleva lo mejor de la tragedia y la comedia.

jueves, 6 de septiembre de 2007

El renacimiento del teatro nacional

Después del golpe de Estado de 1973, todo el orden cultural alcanzado se subvirtió. El teatro, así como toda la actividad del país, sufrió un fuerte impacto y por casi un año no existió actividad teatral. El teatro del régimen militar promovió montajes de autores clásicos y algunas comedias musicales de costosa producción y escaso valor estético; surgieron compañías de “café-concert” que utilizaron elementos y recursos como el show y el espectáculo de cabaret.

Hacia 1975, comenzó a articularse un movimiento de teatro independiente no subvencionado, que intentó rescatar una expresión nacional y popular. La actividad teatral volvió a ocupar todo el territorio con temas y problemas de las relaciones humanas, del trabajo, de la crisis económica y la violencia, a través de un lenguaje indirecto, pleno de sugerencias y cargado de humor negro.

A pesar de que éste período se caracterizó por la creación colectiva de los grupos teatrales, este renacer también alcanzó a los dramaturgos.. Por otra parte, aunque cada grupo mantuvo su particularidad respecto a la función de cada cual frente a la contingencia política, todos formaron parte de una corriente común de resistencia a la dictadura junto al Canto nuevo, a la Agrupación Cultural Universitaria (ACU), a los escritores, a los artistas plásticos, entre otros. El especialista Hernán Vidal señaló: “el proyecto central de los teatristas chilenos es el de contribuir a la rearticulación de la conciencia nacional dentro del ámbito de fragmentación del autoritarismo”.

Cabe señalar que en este período, el teatro puramente comercial tuvo gran éxito de público con espectáculos como Cabaret Bijou, El violinista en el tejado y la transmisión de obras por el Canal 13 de la Universidad Católica de Chile.

A mediados de la década de 1980, el teatro nacional desarrolló una intensa actividad en distintos rincones del territorio con una valiosa acogida del público. Desde este momento y hasta la recuperación de la democracia en 1990, el teatro nacional diversificó los temas y dió espacio a la experimentación.

jueves, 30 de agosto de 2007

EL TEMA DE LA IDENTIDAD EN EL TEATRO LATINOAMERICANO

Uno de los puntos cardinales que atraviesa el tema de la búsqueda de lo latinoamericano es el de la identidad, es decir, la búsqueda de aquello que manifiesta lo que se es. Esta preocupación cubre variados campos.
Identidad es una palabra que proviene del latín "idem" que significa lo mismo, y se refiere a aquello que no cambia. Sin embargo, para poder determinar el alcance del término es necesario que lo mismo se contraste con lo otro, operación insoslayable si se quiere acertar con lo que se busca. De este modo, la especificidad latinoamericana tiene que verse a la luz de lo que los demás pueblos han aportado a la construcción de un perfil definido en cuanto continente con una historia y una proyección comunes. Pensamos que esa búsqueda debe remontarse inclusive a las fuentes mismas que dieron origen a la cultura y civilización occidentales como lo fueron los pueblos de la antigüedad clásica. Su presencia no sólo se describe como el modelo que la humanidad debía seguir, sino también como el logos que hizo posible que el mundo posterior utilizara el pensamiento y el camino greco-romano para emprender la tarea de encontrar su particular realización histórica.
Si miramos hacia el pasado latinoamericano, hacia el siglo XIX, período dentro del cual se gestaron los principales movimientos independentistas, las primeras preocupaciones que manifestaron nuestros repúblicos fueron las de crear una literatura que mostrara su vocación libertaria, recurriendo a aquellas experiencias del pasado que pudieran iluminar el destino de estos pueblos emergentes. En particular, el teatro asumió desde muy temprano la misión de representar el trozo de realidad correspondiente, inspirándose en los modelos artísticos heredados, primero, de los griegos y latinos y, segundo, de los pueblos culturalmente más desarrollados de Europa. El punto de inflexión de todos los pueblos Latinoamericanos fue el de establecer un discurso latinoamericanista que terminara por singularizar sus estructuras de poder y de saber, en una primera instancia, como expediente ideológico para justificarse frente al discurso cultural eurocentrista y, después, para hacer frente al poder globalizante de los bloques económicos transnacionales.
El teatro, desde sus comienzos hasta la época actual ha encauzado su misión artística hacia la búsqueda de una temática que represente las características generales de la identidad latinoamericana. Sin embargo, ha sido una tarea que no siempre se ha caracterizado por su coherencia con los principios que orientan este proceso de búsqueda, es decir, no siempre la mira ha estado puesta en aquello que nos une como realidad cultural occidental, sino en aquello que nos distingue de los demás. Y si a esto añadimos el hecho de que esta tendencia al particularismo se practica también con los cohabitantes de la región, es fácil desprender que el camino seguido hasta ahora no ha sido el indicado. Me parece que revisando las estrategias ideológicas desarrolladas hasta ahora el teatro logrará centrar el tema en lo que realmente importa en términos de representar la singularidad latinoamericana. A mi entender, lo que corresponde hacer como primer ejercicio de autoconocimiento es examinar el tronco común que hermana el origen, la evolución, la mentalidad y el sentido de futuro de nuestras repúblicas en el contexto de los contenidos generales de la cultura occidental para terminar con las especificidades de la región que marcan la diferencia.

América Latina, como en su momento lo fueron todos los pueblos de occidente, es fruto de la acción continua de modelos culturales que se han ido interpenetrando a través de la historia, dejando en cada caso la impronta de su legado la cual no sólo ha sido asumida por la sociedad receptora, sino que ha sabido poner su propia marca por medio de respuestas creadoras.
Esta dinámica que muestran los pueblos en su devenir, y que se manifiesta hasta hoy, conforma lo que algunos tratadistas han llamado el factor de continuidad de la cultura occidental, factor que, a mi entender, es fundamental para el caso de Latinoamérica, pues obliga a revisar determinadas visiones compartamentalizadas que agudizan la imagen de un continente invertebrado.
En nuestra región la creación dramática y teatral la que ha manifestado desde sus inicios un arraigado espíritu de originalidad gracias al "pensar mítico" latinoamericano que ha marcado nítidamente la peculiaridad de los discursos teatrales, forjando sus propias utopías y construyendo sus propios programas artísticos.
Finalmente, la educación constituye el factor primordial para transmitir la herencia cultural que permitirá que la sociedad alcance los niveles superiores de desarrollo espiritual que se ha trazado y ayude a mantener la continuidad de la civilización. Corresponde a una práctica colectiva que, por lo mismo, es capaz de generar visiones de mundo comunes, ideas, creencias, valores y saberes comunes, contenidos que influirán en los miembros para preservar igualmente recuedos comunes y un pasado común.
Acceder a la realidad latinoamericana como objeto de conocimiento y de recreación artística significa reconocer dos etapas complementarias. La primera se liga con los antecedentes humanísticos de la cultura occidental y, la segunda, con la especificidad de Latinoamérica que es hija de la transculturización producida a partir de un doble eje: el eurocentrista, por un lado, y el indígena, por el otro. Llegar a conocer el espacio de la diferencia en la región exige una revisión de ambas plataformas, buscando la interdependencia de ellas y la presencia activa y dinámica de sus componentes en la configuración de la identidad latinoamericana.

jueves, 9 de agosto de 2007

Bienvenidos

Este blog tratara diversos temas relacionados con la identidad y la literatura.

Ojalá podamos aprovecharlo.

Martín.